lunes, 28 de julio de 2014

Voy derecho a encontrarme conmigo. Y no digo ‘re encontrarme’ porque en realidad entiendo que muy pocas veces pude tenerme a mí, cara a cara. Quizás sea este el momento de sacar al sol, los secretos que la mente le escondió al corazón. O que el corazón nunca quiso ver. Al fin creo que estoy viviendo este día  como ‘el gran día’, ese que yo pensaba que en un futuro, llegaría. 
Estoy nerviosa y tengo miedo. No me imagino lo que mi conciencia tiene preparado para mí. Quizás es nada. Igual a esos ‘nada’ que se responden de forma automática cuando alguien pregunta ‘¿Qué te pasa?’, y se nos vuelca arriba de la cabeza una seguidilla de situaciones, momentos, frases, miedos, y problemas sin resolver. Esos ‘nada’ llenos de todo.
Seguramente sea más miedo, que otra cosa. Yo ya se con lo que me voy a encontrar. Siempre lo supe. Lo tengo claro.
No es bueno cerrar los ojos. Porque es peor abrirlos sabiendo que pasa afuera. Este es el momento de hacer valer los sentimientos. Ahí, cuando todo está en el borde de caer. Puede que sea demasiado tarde, pero es ahora (hoy es siempre, todavía)
Quizás la vida se base en esto. Quizás tenga que sacrificarme hasta los huesos. Somos animales de costumbre, de aprendizaje. Me acostumbro a esto que no quiero, solo por tenerte. No es fácil para mí. Ayúdame.

Quiero escapar, salir corriendo, y siempre vuelvo al mismo lugar: me siento a esperar que las cosas pasen, esperando que la espera no me encuentre cansada, esta vez.

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