Creía que
había encontrado mí lugar. Mí felicidad, o lo que yo consideraba mi felicidad,
esta vez, no era un deseo, ni un futuro lejano. Esta vez estaba ahí, tangible y
cerca mío. Despertandose a la mañana, respirandome al oído, y haciedome el
amor, exageradamente placentero. Eso, que yo lo consideraba irreacional, el
destino me lo habia puesto adelante. La mala racha del día, terminaba en el
mismo momento en que sus labios, se ponian a jugar con los mios. Ser feliz,
amar, necesitar y extrañar correspondidamente se colaban en mi rutina, dejando
paso a que una sonrisa placentera me asaltara en la mañana, y perdurara así,
hasta el próximo 'buenas noches'. Consideraba cotidianos sus quien sabe cuántos
lunares de la espalda, su sonrisa partida, y su humor irónico. Me permitía
levantarme con ganas de que las horas no pasen nunca...Creía que esta vez, al
fin, me habían tocado a mí. Y pensaba, tan egoísta, que me lo merecía.
Uno
a veces nunca sabe que tan determinante pueden sonar las palabras. O la falta
de ellas. El silencio se colaba en nuestra cama. Mientras más nos amábamos,
mientras más felices éramos, mientras más dábamos, quien sabe qué cosa, pretendía
alejarnos. El ser humano es tolerante, y algunos, son sobre tolerantes. Yo
puedo dar fe, que no soy uno de esos seres humanos. Pero el, y su sonrisa
saqueadora, descubrían de mí, lo que ni siquiera yo conocía. Y de repente, me veía
montando una fábrica de sonrisas, mientras por adentro, el corazón se me hacía
pedazos. Y así transcurrían los días de calor, los días de frio. Así, mi vida,
se enredaba entre su cuerpo, mi futuro se ponía su nombre, y a la noche, cuando
los pensamientos traicioneros flotan, el corazón se me deshacía un poco más.
Pidiendo que pare y casi desgarrado, yo seguía pidiéndole una tregua. Una
chance a la esperanza, una oportunidad a que el arrepentimiento iba a llegar.
Las ganas de que todo vuelva para atrás, y borrar las heridas. Paseaba a mis
deseos, por ahí. Por el lugar donde aunque a veces me retuerza de dolor, soy
feliz cada día y todos los días... Me culpaba a mí por haber creído que esta
vez iba a ser distinto. Que esta vez iban a amarme bien y sanamente. No existe
el amor sano. Quien me hizo creer eso? Tampoco existe el amor puro. Porque acá
puro no es ninguno. Pero si existe el amor incondicional. Yo necesito de su
amor para verme bien a mí. Mi egoísmo me lleva a estar cerca de él. Porque no
imagino una sonrisa más pura que las que pude experimentar a su lado. Ni
tampoco existe una lágrima más honesta que las que se me escapan pensando en él.
Su amor me es incondicional. Y aunque sus traiciones me corten pedazos, aun así,
amo verlo dormir al lado mío. Como alguien puede entender lo retorcida que es
la mente del ser?
Entonces
cuando siento que ya nada tiene sentido, un beso distinto, un abrazo cuando más
lo necesito, me hacen cambiar de opinión. Siempre vuelve a cruzar la cuidad de
punta a punta para verme. Siempre me busca. Si el corazón me aguanto hasta acá,
va a aguantarme un poco más. Y vuelven los deseos de que ese 'poco más' sea
eterno. Bésame, abrázame, mírame y puedo ser feliz.
Las
reglas del juego terminan cuando un corazón empieza a degradarse...
Que esta
vez, el amor nos valga la risa.
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