domingo, 22 de octubre de 2017

Que se yo, imagínate que nunca me sirvió de nada que el chabon me abrace cuando lloraba. Es muy personal, a ver, no estoy llorando por vos, o por esto que se termino. Ni loca lloro por las cosas que no se dieron como quería. Estoy así porque en realidad, estoy enojada conmigo. Es mi forma de darme cuenta que estoy caminando por el límite de como no quiero hacer cosas. 
A veces me veo llorando, y digo, "boluda, otra vez lo mismo" y no... es en el único momento que siento que realmente hago algo por mi. Así que déjame, ándate. Si la bronca es mía, no te la quiero compartir. Por lo menos quiero cargar con la culpa de defraudarme a mí misma a ver si eso de una vez por todas cambia algo.
Al otro día me levanto, y aunque todo sigue siendo lo mismo, algo de mi, muy adentro me hace sentir bien. Como decirme a mí misma "listo piba, trata de ir por otro lado o te vas a hacer mierda" y... sirve. O por lo menos a mi. 
No quiero cambiar el mundo. Ni manejarlo a mí gusto, estoy tratando de hacerme cargo de mi, sino después me quejo. 
Más o menos la voy llevando igual. Hay días que me cagaría a trompadas. Y hay otros que digo "apa, mira qué bien". Generalmente trato de ignorarme, pero después, llego, termino el día, me pego un baño, me acuesto y... Estoy sola. Ahí me doy sin piedad. La cama es una trampa. Después me duermo, y a la mañana es tipo "bueno, hoy tenes de nuevo 24hs para hacer las cosas bien", ja! La estoy pifiando.
Estoy mucho tiempo conmigo misma, y trato de decirlo así para no caer en el cliché y decir que me siento sola. No lo estoy, peeeero...


Hace frío en pleno octubre y te extraño.

Y estoy sola. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario