Antes escribía cuando él me lo pedía. A veces se acostaba, y
un ‘escribí’ era la última palabra por horas, después se lo guardaba en un
documento, en la computadora, y dejaba que lo interprete como él quería. A
veces escribía hojas enteras, y a veces todo se resumía en un ‘Ámame’.
Me sentaba a mirarlo, y viéndolo ser, mi amor crecía. Escribía
porque él estaba en frente mío, y me hacía feliz. A veces nos veíamos dos o
tres días seguidos, y a veces pasábamos semanas enteras separados. Cada vez que
nos veíamos, me preguntaba si seguía escribiendo ‘me gusta cuando lo haces’, y
una de las últimas veces que no vimos, le prometí que jamás iba a dejarlo de
hacer.
Hoy hace calor, muchísimo, apago la luz, prendo el
ventilador, pongo música, y acá estoy, obligándome
a hacer lo que te gusta.
Antes escribía por vos, hoy no escribo por nadie.
A veces, junto coraje, y salgo a caminar por las calles del
pasado. Mi cabeza te va a ver. No arreglo nada, de hecho, no pienso hacerlo.
Las cosas se dieron así, y si me preguntas, ya nada es lo mismo que en ese
tiempo. Muchas situaciones me trajeron unas ganas incontrolables (casi una
necesidad) de querer toarte la puerta y preguntarte como estas ¿Sabes? Me reprimió el miedo a que me hagas pasar, y
no saber dónde estar parada. No me gusta la sensación de no saber qué hacer
conmigo misma, odio no conocerme. Y odio estar acá, haciendo lo que a vos te
gustaba que haga.
Lo prometido es, y siempre será una deuda
Me encanta como escribis!
ResponderEliminarAbrazo!
Yo me prometí a mí mismo escribir, y la esclavitud de esa promesa forma, para siempre, parte de mí. Escribimos para otros, para nosotros, como tú dices, para nadie.
ResponderEliminarPara nadie. Es un paso.
Excelente, provoca sensaciones. Un abrazo.